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25 agosto 2022
En las guerras los que más sufren son los inocentes
Las guerras son supuestamente enfrentamientos entre ejércitos, es decir, soldados de uno y otro bando. Por lo que, los que
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18 agosto 2022
De alguna manera hay que salvar la vida en las carreteras
En el año 2021, cerca de 43 mil personas murieron en las calles y carreteras de Estados Unidos por accidentes vehicul
Editorial 1298
04 agosto 2022
Camino a lo peor
La sociedad norteamericana parece estar dispuesta a tomar el paso de los cangrejos: hacia atrás.
No se trata de nada que haya ocurrido de repente, sino de u
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Una atinada propuesta del jefe de policía de Grand Rapids
El jefe de policía de Grand Rapids, Eric Winstrom, presentó un plan ante los comisionados de la ciudad el pasado 2
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21 julio 2022
Volodimir Zelensky, un patriota cuestionable
Independiente de las diferencias entre Rusia y Ucrania, la peor decisión que puede tomar un presidente es poner a su pueblo com
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Editorial 1324
02 febrero 2023
**El mes de la historia negra ** Desde 1976 el mes de febrero es dedicado en Estados Unidos, Canada y Gran Bretaña a la comunidad afroamericana como un tributo a los millones de hombres y mujeres que por más de un siglo fueron sometidos a la esclavitud y tratados como animales de trabajo. En este mes, las escuelas educan a los estudiantes sobre lo que fue esa oprobiosa era como parte intrínseca de la historia de los Estados Unidos.
Los sectores conservadores del estado de La Florida, encabezados por el gobernador Ron Desantis, sacaron del currículo escolar la historia negra. En otros estados los políticos ultraconservadores han propuesto lo mismo aduciendo que, impartir esa docencia en las escuelas es recordarles a los niños americanos una parte negativa de la historia y promover el resentimiento de los negros hacia los blancos.
La historia de los Estados no existe sin la historia de los afroamericanos. Fueron ellos los que con sus manos hicieron a la tierra producir frutos y quienes en la rústica industrialización hicieron realidad a un país económicamente poderoso.
Fueron los ciudadanos de segunda clase hasta más de la mitad del siglo XX y hoy son víctimas de abusos policiales y racismo solapado.
Hace solo 55 años que se aprobó la ley de derechos civiles que castiga el racismo y la segregación y hasta casi terminado el siglo pasado, todavía le ley era irrespetada en algunos estados.
Como consecuencia de haber sido sometida a una sub sociedad, la comunidad afroamericana es pobre y si no fuera por las prerrogativas en favor de la minorías étnicas que le dan acceso a las universidades, fuera más pobre aún y desventajada.
La decisión del gobernador y las autoridades de la Florida no es mas que un remanente del racismo que subyace en el país y en especial en los sectores extremistas conservadores.
Conocer la verdad del pasado nos ayuda a conocer la verdad del presente, cerrar los ojos a lo que fuimos es como caminar a ciegas hacia lo que seremos, un futuro cada vez mas incierto e inseguro.
Siguen soplando vientos de guerra
El gobierno de los Estados Unidos acaba de pactar con el gobierno de Filipinas el aumento de la presencia militar en ese país, lo cual eleva las tensiones con China respecto a la isla de Taiwan.
Desde la época del presidente Richard Nixon, Estados Unidos prometió reconocer a Taiwan como una provincia de China. Sin embargo, desde que asumió el poder Joe Biden, ese acuerdo se ha desconocido a tal punto que el año pasado la entonces presidenta de la Cámara de representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, visitó la isla pese a las advertencias de China.
La administración de Biden alega que el aumento de la presencia militar en Taiwan se debe a las amenazas de China. En fin, que de un lado y otro sube la adrenalina haciendo al mundo inseguro.
La ausencia de posibles negociaciones de Paz en Ucrania, los ataques de Rusia y el envío de armas a Ucrania, oscurecen el horizonte y traen vientos de guerra.
Ojalá que siglo XXI no sea uno de los que enlutarán las páginas de la historia futura.
EDITORIAL 1323
27 enero 2023
Lo que pasa en Perú
Cuando en un país un grupo concentra más de 60 por ciento de las riquezas, existe lo que algunos teóricos llaman una clase gobernante. Ese grupo tiene la capacidad de manejar el espectro político y convertir al estado en una institución al servicio de sus intereses.
Los políticos no son parte de esa clase, sino profesionales al servicio de ella. Perú es como muchos países del mundo, dos países en uno. Por un lado, están la clase empresarial, la clase media, que es una clase profesional y burócrata al servicio de la clase alta, y la mal llamada clase política. Por el otro, están los obreros, los campesinos, y la gente que vive del subempleo, los cuales reciben los menores ingresos y forman dos tercios de la población.
Según los mas recientes estudios sobre la sociedad peruana, unas 18 familias concentran las riquezas del país sudamericano. Sus inversiones representan miles de millones de dólares y la capital, Lima, es donde se concentran sus operaciones. El Producto Interno Bruto del Perú creció aceleradamente hasta el 2018 y se mantiene en aumento pero a un ritmo mas lento hasta hoy.
Esto ha impulsado el aumento de la clase media, la cual según las estadísticas se ha duplicado.
En tanto, las zonas rurales no han sido ni testigos ni parte de ese crecimiento pero los políticos se han convertido en ricos y poderosos.
Es obvio que ante este panorama, la frase de Pedro Castillo de que “No mas pobres en un país rico” sonaba como una amenaza a la clase gobernante y un serio cuestionamiento a la clase política. Fue como mencionarle al diablo la cruz.
Por eso, los políticos se negaron a aceptar su triunfo en las elecciones y tocaron todas las puertas del mundo alrededor del capital y de las instancias internacionales para desconocer los resultados de las elecciones.
Castillo, fue electo por una abrumadora mayoría de votos de las provincias del sur de Perú, y por los trabajadores y la juventud progresista de Lima, además de otras zonas rurales del extremo norte, los sectores mas empobrecidos del país.
El crecimiento económico de Perú genera riqueza en el entorno de la clase empresarial, y los cazadores de esas riquezas son los políticos. Los cuales desde hace mas de tres décadas se han vuelto famosos por corruptos. La lucha entre ellos por ostentar el tesoro del poder ha provocado desordenes institucionales como las consecutivas destituciones de presidentes a tal punto, que en los últimos seis años Perú ha tenido seis mandatarios.
Las clases desventajadas de Perú han visto pasar los años sin que desde las instancias de gobierno se haga nada por ellos, al tiempo que salen a la luz los escándalos de corrupción de los gobernantes.
Para ellos, Pedro Castillo, que es activista y maestro rural, representaba una esperanza de oportunidades de mejorar sus condiciones de vida, y reemplazar a los gobernantes que los han ignorado.
Pero Castillo estaba condenado a la destitución desde antes de asumir la presidencia. Fue perseguido con acusaciones de corrupción a menos de un año de gobierno y sobrevivió a dos intentos da vacancia, como le llaman ellos, por parte del Congreso.
Pero los políticos no se dieron cuenta de que cada golpe contra Castillo era un golpe contra la clase pobre y que al final no era con Castillo que se iban a enfrentar, sino contra mas de dos tercios de la población a los que se suman los millones de la clase media que ya estaban hastiados de los desórdenes de la clase política.
No es que haya un diablo detrás de las protestas que se iniciaron el 7 de diciembre, como pretenden hacer creer los congresistas y los medios de comunicación de ese país. Es sencillamente, el levantamiento de un pueblo hastiado de corrupción y de abandono por parte de un grupo que se ha hecho cada vez más corrupto, despótico y tirano.
Editorial 1322
19 enero 2023
****La soga parte por lo más delgado
Según informa el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, el país está al borde del límite de su capacidad de endeudamiento. Esto no quiere decir que el país está al borde de perder su capacidad crediticia, sino que el límite de endeudamiento establecido por ley se está alcanzando.
El presidente Joe Biden está pidiendo que se extienda ese límite para poder cumplir con las obligaciones que tiene el país y la ejecución de determinados proyectos de su administración. Pero eso necesita de la aprobación del Congreso y desde que empezó el año 2023 las Cámaras legislativas están divididas entre los dos partidos que se reparten el pastel político de la nación. El Senado está bajo control de los demócratas y la Cámara de Representantes del Partido Republicano. Esto indica que en los próximos meses veremos cómo los republicanos reclaman al gobierno reducir los gastos y cómo los demócratas justifican el aumento del límite de endeudamiento.
La malo de esto es que, como siempre, la soga termina rompiendo por la parte más delgada. Ya hay quienes están hablando de reducir los gastos de los servicios médicos públicos como Medicare y Medicaid. Servicios que apenas llegan a cubrir a menos de un tercio de la población y que resultan más beneficiosos para las empresas de la salud que para los pacientes. El presupuesto militar propuesto y aprobado por el presidente y por el Congreso, destinó 813 mil millones de dólares más para el Departamento de defensa, además de los 10 mil millones discrecionales y 45 mil millones destinados a ayudar con armas a Ucrania.
Cuando se habla de gastos de Defensa en el Congreso de los Estados Unidos, no se “pierde” tiempo en debates porque la mayoría de los legisladores, republicanos o demócratas, mantienen su tradición de idolatría al militarismo y oponerse al aumento de gastos bélicos es como ofender la patria.
Pero cuando en el Congreso se tiene que legislar para destinar partidas presupuestarias a gastos de salud, de educación o asistencia social, los debates se vuelven interminables, las negociaciones se ponen sobre la mesa, la defensa de la economía se hace impostergable, los partidos se acusan uno a otro de frivolidad en el manejo del dinero y sobre los viejos escritorios de caoba en los que descansan innumerables ordenadores, se comienza a jugar un ajedrez para ajustar las cuentas de la nación.
Estados Unidos es uno de los países de mayor presupuesto en el renglón de la salud, pero la salud es privada y la mayor parte de esos gastos terminan en las compañías de seguros de salud y los hospitales.
El gobierno ha destinado ya cerca de 100 mil millones de dólares en armas a Ucrania y los políticos republicanos dieron el grito al cielo cuando el presidente Biden anunció la condonación de una parte de la deuda de los estudiantes.
El total de la deuda de los estudiantes es de 1.7 billones de dólares. Cantidad que con partidas presupuestarias en cinco años se liquidaría sin crear fisuras en la economía.
El límite de la deuda del país es una ley preventiva para que ninguna administración ponga en riesgo la economía. No significa que no se pueda subir, ni que subirla, signifique poner en riesgo las arcas nacionales. Si existe la necesidad de ajustar el gasto público, por donde se debe empezar es, por los gastos hacia el exterior y en especial, los que contribuyen a mantener y atizar guerras.
El gobierno también anunció otra ayuda a Ucrania para restablecer el sistema eléctrico afectado por los bombardeos rusos. Esa ayuda será de solo 125 millones de dólares.
Si en vez de invertir en mantener la guerra entre Rusia y Ucrania se hubieran gastado los 100 mil millones de Ucrania en sacar de la pobreza a millones de norteamericanos, hubiera quedado dinero para alivianar la deuda de los estudiantes, ayudar al pueblo ucraniano sin necesidad reducir los pocos servicios públicos que tenemos como el Medcaid y el Medicare.
Editorial 1321
12 enero 2023
**El plan migratorio **
El gobierno del presidente Joe Biden ha actuado con justeza, pero no con inteligencia, en controlar el flujo migratorio desde la frontera por nacionales de países que disponen de prerrogativas de fácil aceptación de peticiones de asilo como Cuba, Venezuela, Nicaragua y Haití. Los inmigrantes de las tres primeras naciones mencionadas gozan de ciertas ventajas con relación a los de países y regiones como México, Centroamérica, Sudamérica y República Dominicana, porque tienen regímenes considerados por el Departamento de Estado de Estados Unidos como “dictaduras opresoras y criminales”.
El gobierno de Donald Trump impuso más de cincuenta nuevas restricciones para ahogar la economía cubana con el fin de propiciar un cambio de gobierno en la isla. Joe Biden, desde que asumió el poder en enero del 2020 mantiene esas restricciones.
Algo que sorprendió a muchos, porque él fue vicepresidente de Barack Obama, en cuya administración se abrieron las relaciones diplomáticas con Cuba y se relajaron las restricciones más severas impuestas por el embargo de 1962.
Esas restricciones prohíben a las empresas norteamericanas y extranjeras negociar con el gobierno cubano, so pena, de que se les prohíba negociar con empresas americanas, además de que sus ejecutivos pueden ser encarcelados al entrar a Estados Unidos. En su discurso el año pasado en la ONU, el presidente Cubano Miguel Díaz Canel dijo que Cuba está pasando por una de las más graves crisis de su historia y que si bien no todo es culpa del embargo, es una parte importante.
Las sanciones impuestas contra Venezuela durante la administración de Trump, tienen el mismo carácter de las impuestas a Cuba, pero con el agravante, de que más de 300 mil millones de dólares del gobierno y empresas venezolanas fueron embargados en Estados Unidos. Una de ellas la gasolinera Citgo.
La administración Biden, impuso en el 2021 nuevas sanciones contra Nicaragua y en octubre del 2022 prohibió a las empresas norteamericanas realizar transacciones con el oro nicaragüense. Lo cual hiere significativamente la economía de ese país.
Si esas sanciones fueran dirigidas a gobernantes y funcionarios de esas naciones, como el caso de la cancelación de las visas a 500 funcionarios gubernamentales del país centroamericano, nada tuvieran que ver las sanciones con el flujo migratorio hacia los Estados Unidos. Pero las sanciones y los embargos a quien afectan directamente es a la población. La crisis económica que afecta a esos países no es solo responsabilidad de esos gobiernos, lo es también de las sanciones. El caso de Cuba ha demostrado que ahogar económicamente a un país para hacer colapsar su gobierno, no funciona. El embargo a la isla caribeña tiene ya 60 años. El llamado “dictador” Fidel Castro, ya murió y le sustituyó Raúl Castro quien ya se retiró y nada ha cambiado en Cuba. Lo único que ha hecho el embargo es convertir la vida de los cubanos en una pesadilla cuya única vía para despertar es lanzarse al mar para llegar a las costas norteamericanas.
Hasta la administración de Bill Clinton, Estados Unidos incentivaba la inmigración cubana ofreciendo villas y castillas a quienes huyeran de la isla. Esa política, menos maravillosa se ha mantenido relativamente con el tema del asilo y se ha extendido a Venezuela y Nicaragua.
El caso de Haití no responde a una situación política, sino a una acción desesperada de Washington para frenar el flujo migratorio haitiano. Si bien Haití no sufre sanciones, tampoco recibe ayuda. Todos hemos visto cómo se han erogado 100 mil millones de dólares para Ucrania y cómo la administración Biden ha buscado ayuda internacional para ese país tras la invasión rusa. Pero, ninguno de nosotros hemos visto el más mínimo movimiento para buscar una salida a la crisis de Haití.
Facilitar la entrada al país a 360 mil inmigrantes de esos países al año y mantener los embargos, no hará más que incentivar la inmigración y agravar el problema. Pero, así son las cosas en Washington.
Editorial 1320
05 enero 2023
No presidente, esa no es la solución
Al presidente Joe Biden no le han faltado las buenas intenciones hacia los inmigrantes, pero si una política coherente para tratar con el tema.
El presidente entiende que los inmigrantes merecen un trato humano, pero tiene una idea totalmente equivocada sobre el origen del problema.
En su intervención del jueves 5 de enero, el presidente señaló como la causa del aumento descontrolado de personas que quieren entrar a los Estados Unidos, “la fortaleza de la economía norteamericana”. Nada más absurdo. El deseo de los habitantes de los países pobres de venir a Estados Unidos no está determinado por el bienestar de la economía americana, sino por el malestar de la economía de los países donde viven.
El presidente cree que puede controlar el flujo migratorio mediante la contratación de más agentes fronterizos y mas funcionarios para procesar las solicitudes de asilo.
También piensa, que activando la deportación inmediata de los que los violan la frontera desincentivará el flujo migratorio.
Hay cuatro países que actualmente representan la mayor demanda de asilo. Ellos son, Venezuela, Nicaragua, Cuba y Haití
Los primeros tres, son considerados por el Departamento de Estado como países que subvencionan el terrorismo, aunque hasta ahora nadie ha visto que alguno de ellos haya lanzado tan siquiera un petardo en suelo americano.
Esos tres países sufren sanciones económicas impuestas por Estados Unidos que vienen provocando la carencia de productos de primera necesidad y en consecuencia, hambre y mal nutrición en la población. Cuba tiene un embargo económico de más de 60 años que le impide abastecerse de insumos para la producción agrícola e industrial y de alimentos básicos.
Ese embargo, que se convirtió en ley en el 1996, contempla sanciones punitivas contra las empresas que negocien con Cuba incluyendo, medicinas y alimentos para los niños.
La administración de Donald Trump, puso en práctica 43 de esas sanciones que otros gobiernos anteriores habían suspendido debido a que representan una flagrante violación a los derechos humanos. Biden lleva dos años en el gobierno y no ha removido ni una sola.
En su intervención del jueves el presidente admitió que luego de determinados acuerdos con el gobierno de Venezuela, el flujo migratorio de ese país se está controlando.
La administración de Donald Trump embargó a Venezuela la empresa CITGO que representaba un importante ingreso para ese país y congeló cerca de 300 mil millones dólares de Venezuela en bancos norteamericanos. Cerró el crédito de ese país con el banco Mundial y con el Banco Interamericano de Desarrollo.
Ahora que la administración Biden necesita el petróleo venezolano para suplir la suspensión del petróleo ruso, la situación para tomar caminos diferentes.
Sanciones similares fueron aplicadas a Nicaragua.
Haití no sufre ningún embargo norteamericano y es el que se encuentra en peor situación en todos los sentidos. Los solicitantes de asilo de los primeros tres países, por asuntos políticos tienen la prerrogativa de permanecer en el país por diversas razones. Una de ellas, en el caso de los cubanos, es la llamada ley de ajuste cubano. Pero los haitianos no tienen nada que los ampare. El presidente anunció que incluiría a Haití dentro de las prerrogativas para los refugiados, lo cual aplaudimos.
Pero obviamente no ignora que si se levantan las sanciones económicas a esos países la demanda de asilo que ya va por 1.7 millones, dejará de aumentar.
La gente quiere vivir en su país y no emigra a Estados Unidos porque le gusten la Coca-Cola y la nieve, sino por la necesidad de subsistir y sobrevivir al hambre y la violencia de sus países.
Las medidas anunciadas por el presidente en cuanto a deportar inmediatamente a todos los que violen la frontera, agilizar las solicitudes de asilo, y aumentar la cuota de refugiados para América Latina, no van a resolver el problema.
Si realmente busca una solución, debe comenzar a levantar las sanciones que afectan a los ciudadanos y no a los gobiernos de esos países que consideran terroristas, y emprenda soluciones internacionales a la crisis de Haití
Editorial 1319
30 diciembre 2022
Entrando al 2023 ¿Con qué pie?
El año que se inicia este fin de semana, tiene mucho para pedirle, pero tiene poco que ofrecer. Entramos a los siguientes 365 días con severos y abruptos cambios climáticos que están afectando la agricultura a nivel mundial y arrojando catástrofes humanas; Una preocupante crisis migratoria en Estados Unidos como consecuencia del deterioro de las economías latinoamericanas afectadas por la inflación y las sanciones económicas impuestas por la agenda política de Washington; Y una guerra en la Europa del este que ha dejado a miles de muertos y amenaza seriamente la economía mundial. En la política doméstica de Estados Unidos, entramos a un terreno movedizo debido a la incertidumbre de si el actual presidente será el candidato demócrata para siguiente cuatrenio y si podrá vencer la amenaza de la ultraderecha republicana.
La administración del presidente Joe Biden se encuentra actualmente varada entre la verdad y la mentira.
Entre si podrá cumplir sus promesas o tendrá que ceñirse a los absurdos mandatos de la administración anterior.
Biden reactivó la participación de Estados Unidos en los tratados para enfrentar el cambio climático, pero al mismo tiempo se enfrasca en un conflicto internacional con Rusia que lo obliga a aumentar la producción de petróleo de las reservas nacionales, lo cual apunta a todo lo contrario de la protección al planeta.
El presidente Joe Biden, criticó severamente en su campaña electoral el llamado Título 42 impuesto por la administración de Donald Trump para frenar el flujo de solicitantes de asilo en la frontera. Sin embargo, ahora, agobiado por una demanda de esta prerrogativa política internacional que alcanza mas de millón y medio de solicitantes, lo ve como una solución.
Los países de América Latina están sufriendo las consecuencias de la inflación que desató la situación de la pandemia y que se agrava ahora con la guerra de Ucrania. Pero antes que eso, se viene agravando por las sanciones económicas impuestas desde Washington a los países cuyos gobiernos son considerados hostiles y terroristas por el Departamento de Estado.
La muestra es, que la mayoría de los solicitantes de asilo provienen precisamente de esos países.
La anterior administración de Donald Trump impuso 43 nuevos capítulos de la ley Helms Burton contra Cuba que no habían sido ejecutados por razones humanitarias. La administración de Joe Biden no las ha desactivado lo que ha hecho mas desesperante la vida en esa isla y ha impulsado el flujo migratorio. Los mismo ha ocurrido en los casos de Venezuela y Nicaragua.
La administración de Joe Biden, sabía claramente que el ignorar las peticiones de Rusia desde el 2021 sobre las provocaciones de buques de guerra norteamericanos en sus costas y la instalación de bases militares en Ucrania provocaría una guerra. Contrario a evitarla, la azuzó sin tomar en cuenta las consecuencias económicas que la misma acarrearía para Europa y Estados Unidos, y en consecuencia para todos los países cuyas economías dependen del dólar y el euro.
Al mismo tiempo, la actual administración demócrata está encendiendo el fuego en las relaciones con China a través de la isla de Taiwan, e imponiendo sanciones económicas que, si bien benefician a determinados sectores productivos de Estados Unidos, afectan severamente a otros. La industria norteamericana depende de muchos elementos de producción china como chips, las baterías de litio y la mano de obra.
En la política, el año 2023 representa el paso al proceso electoral del 2024. Será en este año, en el que los partidos deberán escoger sus candidatos. Es una tradición de la historia política de este país, que los partidos respalden a sus presidentes para un segundo término. Pero en el caso que nos ocupa ¿Será conveniente para los demócratas respaldar un segundo término de Joe Biden?
Si no es así, estamos en la puerta de un gobierno de ultraderecha como el de Donald Trump, con el mismo Trump o alguno de sus edecanes.
La suerte está echada.
Feliz año 2023