En poco más de tres meses comienza el año 2024, el despegue de la lucha por el poder en los Estados Unidos entre las dos organizaciones que monopolizan la política americana en un sistema que se hace llamar democrático.
El Partido Demócrata, en el poder, seguirá la tradición de respaldar al presidente en su intento por extender su mandato un periodo más, y el Partido Republicano en la oposición, luchará para arrebatarle el mando a su contrincante.
Ambos, demócratas y republicanos, comparten las mismas ideas políticas. Unos son más conservadores que otros, pero al final del día están de acuerdo en que se mantenga el juego en el estadio solo entre ellos.
Para los que tienen preocupaciones políticas y sociales no hay otra alternativa más que afiliarse a una de estas dos organizaciones. Fuera de ellas, es difícil alcanzar un puesto de importancia.
Lo que pasa en Estados Unidos no es un asunto que concierne solo a los americanos. La principal divisa del mundo es el dólar. Más del 78 por ciento de las transacciones mundiales se hacen basadas en esta moneda cuyo valor no está sustentado por ninguna riqueza tangible, sino por la confianza en la estabilidad de la economía americana, lo que incluye su crecimiento económico y su producto interno bruto.
Cuando las cosas andan mal en Estados Unidos, andan peor en los países que dependen de su moneda.
En el espectro político actual tenemos a Joe Biden, un presidente octogenario que ha revivido irresponsablemente los momentos más críticos de la humanidad. Nos referimos a la Guerra Fría. Ha sostenido una política de desdeño hacia los países de América Latina y una actitud de la era imperial de principios del siglo pasado.
Sin embargo, ha sostenido una actitud positiva hacia los sectores desfavorecidos de la sociedad americana.
Por el otro lado, tenemos a un Partido republicano en el que 8 aspirantes a la nominación apenas le rozan los zapatos al expresidente Donald Trump en popularidad y aceptación interna de la organización.
Trump fue desde antes de asumir el poder en el 2016 una amenaza real para la paz, para la sociedad desventajada de Estados Unidos y para los países de América Latina.
Un individuo que no tuvo reparos en reconocer a Jerusalén como la capital de Israel, echando por tierra toda esperanza de paz en la región; que aplicó sanciones inhumanas contra Cuba y pretendía armar una guerra con China.
Trump es la suma de la ignorancia, el despotismo, la soberbia y la arrogancia del poder y el dinero.
No hay hasta el momento ninguna posibilidad de alternativa diferente a la que tenemos hoy. La nominación de Donald Trump como candidato presidencial del GOP es un hecho irrefutable, lo mismo que la de Biden.
Ambos, ya sea Trump o Biden, desde la Casa Blanca, seguirán atizando la guerra, el conflicto, la venta de armas a los países en conflicto; auspiciando golpes de estado e ignorando el sufrimiento de los que no son americanos.
No hay nada para escoger. Caminamos directo a lo mismo que es el camino de lo peor.