Padre fue abatido por la policía tras años de duelo por el asesinato de su hijo, una herida que nunca dejó de sangrar

Por Sala de Redacción EVH

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GRAND RAPIDS, MICHIGAN (EVH) __ La tragedia se ceba nuevamente con la familia Martínez. Apenas a casi 2 años después del asesinato de Martín Eduardo Martínez, de 20 años, en Kentwood en enero del 2024, su padre, Martín Martínez Sr., de 51 años, murió el pasado fin de semana tras un enfrentamiento con la policía de Grand Rapids. Su hija, Pilar Martínez, había hablado con El Vocero Hispano hace más de un año sobre el dolor por la pérdida de su hermano; ahora, el sufrimiento se ha duplicado.

Según relató Pilar al Canal 8, su padre se había comprado un arma tras la muerte de su hijo para proteger a la familia, pero con el paso del tiempo su estado emocional empeoró. “Al principio, sus intenciones eran protegernos, pero después comenzó a decir que si supiera quién había matado a mi hermano, él mismo se vengaría y se dejaría matar por la policía”, dijo Pilar. La hija relató que ese día su padre había estado bebiendo y le envió mensajes de texto a su madre, pidiéndole que sus restos se unieran a la urna de su hijo para estar juntos. Alarmados por ello, llamaron a la policía por segunda vez. “Solo estaba torturado por la muerte de mi hermano, sin justicia… él se sentía solo, y yo nunca pensé que realmente quisiera morir así”, agregó Pilar.

Antes del tiroteo, Pilar habría suplicado a la policía que no siguiera a su padre, convencida de que cualquier presión podría desencadenar lo peor. Pero, según explicó el jefe de la policía de Grand Rapids, Eric Winstrom, los oficiales no tuvieron margen para retirarse. Cuando Martín Martínez salió de la casa y comenzó a conducir, dijo Winstrom, ignorarlo habría sido una negligencia: mencionó que existía el riesgo de que buscara a algún familiar al que había amenazado. “Eso habría sido responsabilidad nuestra”, afirmó durante la conferencia de prensa.

Winstrom también aclaró que, horas antes de la tragedia, una primera llamada había alertado a la policía de que Martínez Sr. había amenazado con un arma a una mujer, aunque no se precisó quién era esa mujer.

La policía informó que Martínez abrió fuego contra los oficiales después de que lo detuvieran en Tremont Boulevard NW. Los tres oficiales, incluyendo uno en entrenamiento, respondieron con 45 disparos. El enfrentamiento duró apenas seis segundos y Martínez fue alcanzado al menos tres veces, falleciendo posteriormente en el hospital. Winstrom detalló que los oficiales actuaron de manera correcta según los protocolos y destacó que la situación era altamente peligrosa: “Es imposible contemplar cada escenario en la labor policial, pero entrenamos para estos casos. Ante amenazas con un arma de fuego, hay que mantener distancia, cobertura y proteger a todos”, dijo.

La hija de Martínez, partida entre la razón y el duelo, dijo que entendía por qué los oficiales respondieron al fuego, pero comprender no le alivia nada: sigue siendo la hija que perdió a su hermano y ahora también a su padre, tragándose una pena que no deja de arder. Esa misma herida habla en la voz de Carolina Ramírez, esposa de Martín y madre de Martín Eduardo, quien estalló en redes sociales con un mensaje que es puro desgarro y furia.

“A los que acabaron con la vida de mi esposo, quiero que también me traigan la cabeza del maldito asesino de mi hijo porque no sólo acabó con la vida de mi hijo, también con la de su padre. Si son muy buenos abusando del poder que tienen, ahora quiero justicia para los dos, JUSTICIA”.

Los tres oficiales involucrados permanecen bajo licencia administrativa mientras la fiscalía del condado determina si el uso de la fuerza letal fue justificado. La historia de los Martínez refleja cómo la desesperación y la falta de justicia pueden escalar a tragedias que afectan a toda una familia y a la comunidad. La pérdida de padre e hijo deja un vacío irreparable y plantea interrogantes sobre cómo se protege a las familias en medio de situaciones de angustia, dolor y amenazas de violencia. La ciudad de Grand Rapids enfrenta ahora el reto de brindar respuestas a una familia que ha visto truncadas dos generaciones de hombres de una misma familia, mientras su dolor y su reclamo de justicia resuenan en toda la comunidad.

Una familia quebrada por dos tragedias