Por Sala de Redacción EVH

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GRAND RAPIDS, MICHIGAN (EVH) __ Un reportaje de investigación del programa 60 Minutes de CBS News, que la cadena decidió finalmente no emitir en su señal nacional, llegó al público de manera inesperada luego de una “emisión accidental” a través de internet. Según explicó la propia CBS, el material no salió al aire en Estados Unidos, pero por “un error” fue transmitido por su plataforma digital en Canadá, lo que permitió que el contenido se difundiera y se conociera fuera de los canales oficiales.

Hasta ahora, la cadena no ha ofrecido una explicación convincente sobre por qué el reportaje titulado Inside CECOT no fue emitido en su señal nacional. CBS se ha limitado a afirmar que el trabajo no estaba completamente terminado y que será transmitido una vez esté concluido. No obstante, dentro y fuera del gremio periodístico crecen las versiones que apuntan a un posible acto de censura, supuestamente motivado por presiones de la administración Trump.

El reportaje revela una colaboración financiada entre Estados Unidos y El Salvador para encarcelar a cientos de migrantes venezolanos, la mayoría sin antecedentes penales graves, quienes habrían sido víctimas de torturas y abusos sistemáticos. La investigación, dirigida por la periodista Sharyn Alfonsi, se apoya en testimonios directos de las víctimas, documentos oficiales y un análisis forense digital que respalda las denuncias sobre lo ocurrido dentro del Centro de Confinamiento del Terrorismo, CECOT, la megacárcel promovida por el presidente Nayib Bukele.

El material, que la cadena emitió “por error” en Canadá y retiró rápidamente de sus plataformas en línea, circuló ampliamente en redes sociales y fue publicado de forma íntegra por la revista “The Nation”.

Su contenido detalla que, entre marzo y abril de 2025, la administración Trump deportó a 252 hombres venezolanos a El Salvador, un país con el que no tenían vínculo alguno, acusándolos de terrorismo y pertenencia a pandillas. Los testimonios coinciden en una narrativa de brutalidad extrema desde su llegada. Luis Muñoz Pinto, un estudiante universitario que buscaba asilo, describió el recibimiento del director del CECOT, como una bienvenida al infierno.

“Lo primero que nos dijo fue que nunca volveríamos a ver la luz del día o de la noche. Nos dijo: “Bienvenidos al infierno. Me aseguraré de que nunca se vayan”. Al ser preguntado si pensó que moriría allí, su respuesta fue clara, “Pensamos que ya estábamos muertos en vida, honestamente”.

Las descripciones del trato dentro de la prisión son gráficas. Los detenidos relataron palizas generalizadas, abusos sexuales y confinamiento en celdas de castigo conocidas como “la isla”.

Pinto narró el proceso de ingreso, dijo que “Había sangre por todas partes, gritos, gente llorando, personas que no podían soportarlo y se orinaban y vomitaban encima. Cuando llegas allí, ya sabes que estás en el infierno”.

Sobre la violencia física, detalló que, “Guardias me golpearon hasta que sangré hasta el punto de la agonía. Golpearon nuestras caras contra la pared. Fue entonces cuando me rompieron un diente”. Los abusos sexuales eran una práctica común, según los testimonios.

“Ellos tiraban de mis genitales con las manos”, afirmó Pinto, añadiendo que esto les ocurrió “a la mayoría de nosotros”.

William Lozada Sanchez, otro deportado, describió el tormento de “la isla”.

“La isla es una pequeña habitación donde no hay luz, no hay ventilación, nada. Es una celda de castigo donde no puedes ver tu mano frente a tu cara. Después de que nos encerraron, venían a golpearnos cada medio minuto, y golpeaban la puerta con sus palos para traumatizarnos mientras estábamos allí”.

Los hombres también denunciaron condiciones inhumanas, como la privación de agua potable.

Pinto declaró que nunca les dieron acceso a agua limpia.

“ La misma agua de nuestros baños y retretes era la misma agua que teníamos que beber y sobrevivir. El agua estaba súper sucia. Cuanto más enfermos y más heridos estábamos, mejor era para ellos”.

Estos relatos cobran credibilidad gracias a una investigación paralela realizada por el Laboratorio de Investigaciones del Centro de Derechos Humanos de la Universidad de California, Berkeley. Un equipo de estudiantes, aplicando técnicas forenses digitales, verificó las declaraciones de las víctimas. Cruzando imágenes satelitales, videos promocionales del gobierno salvadoreño y recorridos de “influencers” por la cárcel, los investigadores lograron identificar el edificio exacto donde estaban los venezolanos y confirmar la existencia de las celdas de aislamiento descritas. Incluso analizaron un video del arsenal de la prisión que mostraba los mismos bastones en “T” que las víctimas mencionaron. Más revelador fue un video en el que el propio director de la prisión confirmaba una táctica de tortura.

“El sistema de luz es las 24 horas del día”, admitió el funcionario, corroborando las quejas de los detenidos sobre la privación sensorial diseñada para desorientarlos, una práctica prohibida por los estándares de la ONU.

La investigación de "60 Minutes" desmonta además la justificación oficial del gobierno estadounidense. Mientras la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, calificaba a los deportados como “monstruos atroces, violadores, asesinos, secuestradores, agresores sexuales”, los datos revisados por el programa cuentan una historia distinta. Un informe de 81 páginas de Human Rights Watch, citado ampliamente, concluye que casi la mitad de estos hombres no tenía historial criminal y que solo 8 de los 252 habían sido condenados por un delito violento o potencialmente violento.

Juan Pappier, subdirector de la organización, explicó que estas conclusiones se basan en los propios registros de las autoridades migratorias del gobierno de Donald Trump.

“Cruzamos bases de datos federales, bases de datos en los 50 estados… y la información que obtuvimos en Estados Unidos se basa en datos proporcionados por ICE. Los propios registros de ICE dicen que solo el 3 por ciento había sido sentenciado por un delito violento o potencialmente violento”.

El reportaje revela que los agentes de inmigración utilizaban un sistema de puntos basado en criterios arbitrarios, como la presencia de tatuajes, para declarar a alguien miembro de la pandilla Tren de Aragua y, por tanto, deportable. Expertos consultados señalaron que, a diferencia de las pandillas centroamericanas, este grupo venezolano no utiliza tatuajes para identificar a sus miembros, haciendo de este un método de clasificación profundamente defectuoso. Pinto relató cómo este criterio lo afectó personalmente.

“Les expliqué que no pertenecía a ninguna pandilla, a lo que el agente respondió: ‘Pero usted es venezolano’”.

El corazón financiero de esta operación queda al descubierto con la revelación de que Estados Unidos firmó un acuerdo en marzo del 2025 para pagar 4.7 millones de dólares al gobierno de El Salvador por alojar a estos deportados en el CECOT. La investigación muestra que la colaboración fue elogiada al más alto nivel. En un encuentro en la Casa Blanca, el presidente Trump alabó el sistema carcelario salvadoreño.

“Son grandes instalaciones, instalaciones muy fuertes, y no juegan juegos”. Una visita de la Secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, al CECOT fue presentada como un respaldo. Noem grabó un mensaje agradeciendo a El Salvador “por su asociación con los Estados Unidos de América para traer a nuestros terroristas aquí y encarcelarlos”. Sin embargo, los detenidos afirman que la delegación nunca interactuó con ellos.

“Nunca, con ninguno de los detenidos. Nunca nos hablaron. Solo vimos las cámaras”, afirmó Pinto.

Los hombres fueron liberados en julio del 2025, tras cuatro meses de cautiverio, como parte de un canje por diez estadounidenses encarcelados en Venezuela. No obstante, el reportaje advierte que la política de deportaciones a “terceros países” continúa, con acuerdos millonarios similares alcanzados con naciones como Sudán del Sur y Uganda.

La investigación de "60 Minutes", ahora conservada en el registro público gracias a su “exposición por error”, como lo clasificó CBS, sirve como un documento crucial que expone no solo las prácticas dentro de una prisión extranjera, sino la complicidad contractual de Estados Unidos en un sistema descrito por sus víctimas como un infierno diseñado para el castigo y la tortura.

Reportaje censurado de 60 Minutes de CBS muestra tortura sistemática de presos venezolanos en cárcel de El Salvador