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¿Por qué siempre son los pobres los que pagan?

13 abril 2023

Por Ramón Peralta

En la sociedad americana donde se predica que todos somos “iguales” solo se practica esa igualdad en el voto que luego los políticos una vez elegidos lo interpretan a su manera y en consonancia con aquellos que financian sus campañas, relegando a un segundo plano los intereses de las mayorías a las que a final de cuenta poco les importa. Producto de esta práctica tenemos hoy una sociedad donde la desigualdad se ha convertido en la esencia del sistema “democrático” dando origen a una polaridad económica sin precedente y en la que los pobres siempre pagan la cuenta cuando se presentan los problemas. 

Durante la crisis económica del 2008, miles de ciudadanos de las capas bajas se hundieron en la pobreza y  perdieron sus casas porque no pudieron pagar las deudas que tenían con los bancos, sin embargo, a los banqueros el gobierno con el llamado “Bailout”, les redimió sus pérdidas aun cuando habían sido los causantes de la crisis. 

En los presentes momentos cuando una inflación se cierne sobre la economía del país los estratos bajos de la sociedad vuelven a ser martillados por la situación que atraviesa la economía. Los altos precios de los productos de primera necesidad constriñen los bajos salarios del sector trabajador que se ve obligado por este motivo a restringir los gastos familiares conduciéndolos a vivir en grados de pobreza más bajos en un país donde se estima que alrededor de 50 millones de personas viven en el umbral de la pobreza, incluyendo dentro de ellos a 22 millones de niños. Según Matthew Desmond autor de la obra “Poverty, by América” si los pobres americanos decidieran fundar una nación, esa nación tendría una población más grande que Australia o Venezuela. Alrededor de uno de cada 9 americanos vive en pobreza. (Ob. cit. pg. 6)

Hay que recordar que cuando se habla de la inflación hay que tener en cuenta que sus efectos no solo abarcan los precios de los comestibles sino que afectan otros elementos importantes de la vida del trabajador como son los gastos de renta, accesorios del hogar como la luz, el agua, la electricidad y otras necesidades que el trabajador tiene que cubrir para desenvolver su vida en esta sociedad. 

Esta realidad se hace más crónica cuando los salarios no aumentan de acuerdo con la inflación sino que permanecen estancados trayendo como consecuencia más dificultades en la vida del trabajador y sus familiares, que a la vez se enfrenta a un mercado de trabajo más inestable y con salarios cada vez mas bajos. Un alto porcentaje de las ofertas de trabajo en el sector bajo no ofrece beneficios a sus trabajadores dejando a estos la responsabilidad de enfrentar los gastos médicos, que en este país son cada vez más costosos y difíciles de enfrentar aun para aquellos que cuentan con seguros médicos. El único mecanismo que podría aliviar esta situación es la presencia del sindicato como medio del trabajador obtener ciertos beneficios pero la formación de una organización obrera a medida que pasa el tiempo se hace cuesta arriba en América. De acuerdo con los datos, uno de cada diez trabajadores americanos pertenece a un sindicato y la mayoría de las veces no se forman en las áreas más vulnerables de trabajo. 

Por último, la situación antes descrita se hace más penosa en el caso de los trabajadores indocumentados a los que no les ampara los beneficios del desempleo y mucho menos los beneficios de ingresar a un sindicato, quedando totalmente al margen de los caprichos de aquellos que los explotan. No hay que ser adivino para entender la penosa realidad de este sector cuando se presenta un problema inflacionario como el presente. No hay lugar a dudas de que el alto grado de vulnerabilidad en la presente situación descansa en los hombros de los más pobres.