Por Ramón Peralta
La ceremonia de la semana pasada cuando se realizó la coronación del Rey Carlos III de Inglaterra puso de manifiesto como hoy somos arrastrados a poner atención a hechos pre-fabricados y carentes de significación para rendir culto a instituciones que hace largo tiempo fueron reemplazadas y que en el mundo de hoy solo juegan un papel parasitario debido a que su existencia, lujosa y ostentosa, es costeada con los impuestos que pagan los hombres y mujeres que habitan lo que fue el desaparecido imperio inglés que hoy se quiere revivir pasando por alto su oprobioso pasado de explotación y esclavitud.
Los actos de la coronación no son más que un espejo de tiempos ya idos y que mistifican un pasado que no fue color de rosa como la celebración dejó ver. Las carrozas, los lujosos trajes y el rito religioso de la ceremonia no es más que un intento de disfrazar un pasado que tuvo otros matices para engañar a millones de ingenuos que hoy se pliegan al espectáculo de la corona como si fuera un cuento de hadas que los medios se encargan de divulgar para consumo de los incautos.
La Corona inglesa no es más que un grupo familiar que vive a costa de la fortuna que por engaño mantienen los contribuyentes. De acuerdo con los numerosos informes y comentarios de prensa que aparecieron a propósito del acontecimiento de la coronación, el país, Gran Bretaña, tiene invertida en la monarquía alrededor de un valor de 33,000 millones de libras entre palacios y fondos de inversiones, a esos hay que agregarle unos 7,000 millones más, para un total de 40,000 millones de libras. En conclusión, la monarquía cuesta al pueblo británico 350 millones de libras, o sea cinco libras por cada británico.
Hay que tener en cuenta que esto se lleva a cabo mientras el pueblo británico enfrenta serios problemas económicos caracterizados por una alta inflación, salarios estancados, servicios de salud todavía sufriendo los efectos del COVID y los problemas económicos que todavía sufre la población derivados de la separación del país de la Unión Europea. Debido a esta situación no es extraño que un 38% de los británicos, sobre todo dentro de la población joven, está de acuerdo que la corona sea abolida.
A pesar de que las evidencias muestran a las claras que dicha corona no es más que una pancarta de un oscuro pasado y un sin sentido práctico, el show continúa siendo alimentado por las élites británicas para mantener mentes alienadas que siguen viendo en el hecho un acto épico y de trascendencia histórica aun cuando su vigencia pertenece a un pasado ya superado. Al hecho cabe aplicarse el viejo dicho que dice: “Pan y circo para el pueblo”. No otro objetivo tiene el culto a la ceremoniosa coronación de la Corona británica que acaba de celebrarse.