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Editorial 1331

24 marzo 2023

Las inquebrantables reglas del juego político americano

Para muchos políticos de este hermoso y pródigo país, cede del mundo y centro de gravedad de todo lo que se mueve en el planeta, lo más importante no es la vida de sus ciudadanos, ni el bienestar de éstos, sino la garantía de que las reglas del juego se respeten para que ellos puedan tener acceso al éxito, sea este el derecho de vivir en la mansión de la avenida Pensilvania o sentarse en una temporada del año sobre un asiento de madera y cuero centenarios a decidir lo que se debe y lo que no se debe, y lo que se puede y no se puede.

En su patriótica preocupación por el respeto a esas reglas, cuatro presidentes han sido llevados al banquillo de los acusados con éxito y sin éxito de ser condenados.

El primero fue Andrew Johnson en 1868, el hombre que sustituyó al presidente Abraham Lincoln luego del magnicidio de 1865.  Para los políticos republicanos de la época, Johnson violó la constitución cuando nombró funcionarios sin la ratificación del Congreso.  Para ellos, no era importante que Johnson había iniciado una importante reconstrucción y unificación del país de la postguerra, sino que era demócrata y estaba sustituyendo a un republicano. Lincoln lo había seleccionado como su vicepresidente para unir a las dos fuerzas políticas del país.

El juicio político o Impeachment presentado en su contra con el fin de destituirlo no tuvo éxito y Johnson pudo terminar sus cuatro años al mando del estado.

En el 1974 el entonces presidente Richard Nixon fue sometido a proceso de impeachment por haber espiado con agentes del gobierno las oficinas del Partido Demócrata localizadas en el edificio Watergate de Washington.  Nixon renunció al cargo antes de que se instalara el juicio.

Poco tiempo antes se habían hecho graves y comprobadas denuncias de crímenes contra civiles en la guerra de Vietnam, un conflicto bélico sangriento extendido por la administración Nixon que a la fecha había provocado la muerte de más de 50 mil soldados americanos, la mayoría de ellos jóvenes de 18 años de edad sacados de sus casas para cumplir el famoso “servicio Militar Obligatorio, conocido con draff.  Nadie le cuestionó eso al presidente

En el año 1996, el presidente Bill Clinton fue sometido a juicio político por haber mentido, lo que se conoce como perjurio, al decir que no tuvo una relación con una becaria de la Casa Blanca que se comprobó luego.  Para el Congreso, dominado por el Partido Republicano, lo más importante era sacarlo del poder sin importarles las consecuencias que la destitución de un presidente puede provocar en la confianza de los mercados y la estabilidad política de la nación.

La OTAN (léase Estados Unidos) bombardeó Belgrado, la capital de Yugoslavia en 1999 con el pretexto de defender a los albaneses de la provincia de Kosovo.  En ese ataque murieron casi tres mil personas y unas 25 mil quedaron en las calles.  Eso nadie se lo tomó en cuenta a Bill Clinton.

Durante la administración de Donald Trump (2017-2021) los demócratas intentaron enjuiciarlo por presionar al gobierno de Ucrania a que divulgara los negocios de Joe Biden y su hijo Hunter en ese país.  Para los políticos demócratas eso era una afrenta a su candidato por lo que, a juicio de ellos, el presidente debía ser enjuiciado y destituido.

Trump, en su gobierno, sumió en un caos político al estado norteamericano con repentinos cambios de funcionarios. Ignoró el peligro de la pandemia a la cual llamó “el virus chino” y ordenó disparar y matar un alto funcionario iraní en Irak, algo de lo cual él y su secretario de defensa, Mike Pompeo, se rieron públicamente.  Impuso criminales medidas de embargo contra Cuba en medio de la pandemia y ofendió públicamente a mujeres y afroamericanos.  Por ninguna de esas barbaridades Donald Trump fue enjuiciado.  Tampoco lo ha sido por haber enviado a una turba de sus seguidores a saquear y destruir el Congreso.   Ahora, lo van a enjuiciar por haber violado las leyes electorales al pagar sobornos a una actriz de porno con la que tuvo relaciones.

Y por último, como botón de cierre a lo que decimos, George W. Bush (2001-2009) mintió públicamente haciendo creer que el régimen de Sadam Hussein en Irak, tenía algo que ver con los atentados terroristas del 9/11 y que tenía armas de destrucción masiva.  Más de 8 mil soldados norteamericanos murieron en esa guerra, más de cien mil iraquíes perdieron la vida y ese país quedó destruido. Bush nunca fue enjuiciado por ello.