No presidente, esa no es la solución
Al presidente Joe Biden no le han faltado las buenas intenciones hacia los inmigrantes, pero si una política coherente para tratar con el tema.
El presidente entiende que los inmigrantes merecen un trato humano, pero tiene una idea totalmente equivocada sobre el origen del problema.
En su intervención del jueves 5 de enero, el presidente señaló como la causa del aumento descontrolado de personas que quieren entrar a los Estados Unidos, “la fortaleza de la economía norteamericana”. Nada más absurdo. El deseo de los habitantes de los países pobres de venir a Estados Unidos no está determinado por el bienestar de la economía americana, sino por el malestar de la economía de los países donde viven.
El presidente cree que puede controlar el flujo migratorio mediante la contratación de más agentes fronterizos y mas funcionarios para procesar las solicitudes de asilo.
También piensa, que activando la deportación inmediata de los que los violan la frontera desincentivará el flujo migratorio.
Hay cuatro países que actualmente representan la mayor demanda de asilo. Ellos son, Venezuela, Nicaragua, Cuba y Haití
Los primeros tres, son considerados por el Departamento de Estado como países que subvencionan el terrorismo, aunque hasta ahora nadie ha visto que alguno de ellos haya lanzado tan siquiera un petardo en suelo americano.
Esos tres países sufren sanciones económicas impuestas por Estados Unidos que vienen provocando la carencia de productos de primera necesidad y en consecuencia, hambre y mal nutrición en la población. Cuba tiene un embargo económico de más de 60 años que le impide abastecerse de insumos para la producción agrícola e industrial y de alimentos básicos.
Ese embargo, que se convirtió en ley en el 1996, contempla sanciones punitivas contra las empresas que negocien con Cuba incluyendo, medicinas y alimentos para los niños.
La administración de Donald Trump, puso en práctica 43 de esas sanciones que otros gobiernos anteriores habían suspendido debido a que representan una flagrante violación a los derechos humanos. Biden lleva dos años en el gobierno y no ha removido ni una sola.
En su intervención del jueves el presidente admitió que luego de determinados acuerdos con el gobierno de Venezuela, el flujo migratorio de ese país se está controlando.
La administración de Donald Trump embargó a Venezuela la empresa CITGO que representaba un importante ingreso para ese país y congeló cerca de 300 mil millones dólares de Venezuela en bancos norteamericanos. Cerró el crédito de ese país con el banco Mundial y con el Banco Interamericano de Desarrollo.
Ahora que la administración Biden necesita el petróleo venezolano para suplir la suspensión del petróleo ruso, la situación para tomar caminos diferentes.
Sanciones similares fueron aplicadas a Nicaragua.
Haití no sufre ningún embargo norteamericano y es el que se encuentra en peor situación en todos los sentidos. Los solicitantes de asilo de los primeros tres países, por asuntos políticos tienen la prerrogativa de permanecer en el país por diversas razones. Una de ellas, en el caso de los cubanos, es la llamada ley de ajuste cubano. Pero los haitianos no tienen nada que los ampare. El presidente anunció que incluiría a Haití dentro de las prerrogativas para los refugiados, lo cual aplaudimos.
Pero obviamente no ignora que si se levantan las sanciones económicas a esos países la demanda de asilo que ya va por 1.7 millones, dejará de aumentar.
La gente quiere vivir en su país y no emigra a Estados Unidos porque le gusten la Coca-Cola y la nieve, sino por la necesidad de subsistir y sobrevivir al hambre y la violencia de sus países.
Las medidas anunciadas por el presidente en cuanto a deportar inmediatamente a todos los que violen la frontera, agilizar las solicitudes de asilo, y aumentar la cuota de refugiados para América Latina, no van a resolver el problema.
Si realmente busca una solución, debe comenzar a levantar las sanciones que afectan a los ciudadanos y no a los gobiernos de esos países que consideran terroristas, y emprenda soluciones internacionales a la crisis de Haití