Al gobierno le interesa más enviar dinero a Ucrania que cuidar la vida de sus ciudadanos

En la pequeña ciudad de Lewiston en el estado de Maine, se produjo el miércoles otra de las macabras escenas de asesinato de personas en masa de las que ya se han hecho costumbre en los Estados Unidos.

Contrario a otras ocasiones, las grandes cadenas de noticias no hicieron inmediatamente un “Reality Show” del penoso incidente como acostumbran hacer en casos similares.

¿Por qué?

A nuestro entender varias razones conducen a ignorar un hecho que nos concierne más que las guerras de Ucrania con Rusia y la de Israel con Hamas, y una de ellas es el fracaso de las gestiones de la actual administración para controlar la venta de armas. Un fracaso que el gobierno no ha tratado de revertir, sino que por el contrario, lo ha utilizado para negociar la aprobación de parte de los legisladores republicanos la erogación de miles de millones de dólares para la ayuda en armas a los países calificados de “aliados” protagonistas de los actuales conflictos bélicos. Es decir, Ucrania e Israel.

La matanza de Maine que 18 víctimas fatales, es la número 36 en lo que va de año en Estados Unidos.

Lewiston es una pequeña ciudad superpoblada de apenas 35 millas cuadradas de extensión y de 36 mil habitantes, es decir, de 396 habitantes por milla cuadrada.

Hasta el momento en que se escribe este editorial, (26 de octubre), el tirador que realizó la matanza sigue suelto y armado y probablemente haya abandonado la ciudad o el estado y produzca otra matanza similar donde se encuentre. Mientras tanto, la población de Lewiston se encuentra bajo terror, asegurando sus puertas y con temor de salir a la calle.

En el estado de Maine no se necesita permiso para comprar armas. Basta con ser mayor de 18 años, tener una licencia de conducir o una identificación estatal y el dinero para pagar.

Según la foto captada por las cámaras de seguridad de los lugares donde el tirador, que hasta el momento ha sido identificado como Robert Card de 40 años, una de las armas que habría utilizado es una AK-47 o una R-15, armas capaces de disparar un cartucho de 30 balas en 15 segundos. Además de que las balas son tan poderosas que pueden atravesar un chaleco antibalas.

La semana pasada en Texas, un juez eliminó la prohibición de las armas de asalto que regía en el estado desde hacía muy poco tiempo.

Esos rifles de asalto se siguen vendiendo como frutas en el mercado en la mayoría de los estados de Estados Unidos. Para la compra de ellos no se hace una revisión profunda de los antecedentes criminales del comprador y mucho menos de su estado de salud.

Según los datos que han emergido hasta ahora del tirador Robert Card, éste habría estado en tratamiento psiquiátrico debido a alucinaciones de voces que lo llaman a la violencia. Al parecer nadie de su familia ni del personal médico que lo atendió, consideró que éste no debía tener acceso a armas, y si lo hicieron, muy poco podían lograr debido a que la constitución en su segunda enmienda protege el derecho a tener armas y el estado de Maine, es un fiel cumplidor de ese mandato.

Por lo que se ve, las matanzas en Estados Unidos son un problema sin solución. Las únicas entidades capaces de resolverlo son los partidos políticos y estos nunca se ponen de acuerdo para ello debido a que, del lado republicano, los legisladores son dependientes de las contribuciones de los fabricantes de armas y del otro, del demócrata, solo existe un interés político negociable para obtener ventajas en otros asuntos. En el caso de ahora, el dinero para las guerras de ultramar.

Editorial 1362